El proceso de elaboración de la miel de montaña: Del néctar al tarro

De Flor en Flor: El Secreto que las Abejas Recolectan

Todo comienza en la naturaleza, con el vuelo constante de las abejas obreras (Apis mellifera) por praderas y laderas montañosas en busca de su materia prima:

• Néctar: El jugo dulce que las flores ofrecen en sus nectarios. Su composición y cantidad son un reflejo de la planta, el suelo y el clima de montaña. Las abejas visitan flores de brezo, zarza, tomillo, espliego y muchas otras plantas silvestres.
• Mielatos (o Mieladas): Gotas azucaradas que brotan de las partes vivas de árboles como encinas, robles o pinos, a veces ayudadas por insectos chupadores. Un aporte que añade complejidad y matices minerales a la miel de montaña.

Con cuidado, las abejas liban estos jugos y los guardan en su «buche melario», iniciando el viaje hacia la colmena.

Transformación en la Colmena: El Arte de Hacer Miel

Dentro del cálido hogar de la colmena, ocurre la transformación. La abeja recolectora comparte su carga con las abejas más jóvenes, y en ese intercambio (trofalaxia), el proceso se pone en marcha:

• Adiós al Exceso de Agua: El néctar original es muy líquido. Con paciencia y el batir de sus alas, las abejas ventilan y evaporan el agua hasta dejarla por debajo del 18-20%. Mi padre siempre decía: «La abeja sabe cuándo está lista, hay que dejarla trabajar». ¡Un paso esencial para que la miel se conserve bien!
• El Toque Enzimático: Las abejas enriquecen la mezcla con enzimas propias, como la invertasa. Esta sustancia natural descompone los azúcares complejos en glucosa y fructosa, azúcares simples que hacen la miel más digestible y estable.

Cuando la miel alcanza su punto perfecto de madurez, las abejas la almacenan cuidadosamente en las celdillas y las operculan con cera, dejándolas llenas de miel lista para ser descubierta.

Del Panal al Almacén: El Cuidado Artesanal de La Mielería

Aquí entramos en juego nosotros, los apicultores. En La Mielería, como me enseñó mi abuelo, observamos con paciencia y respeto, esperando la señal de las abejas: los panales bien operculados. Es el momento de la cosecha, la «cata» o «corte», que realizamos con estos pasos heredados:

• Desabejado Respetuoso: Liberamos los panales de sus guardianas con métodos suaves, como el humo justo y necesario o el cepillado cuidadoso, asegurando su bienestar como prioridad.
• Transporte Cuidadoso: Llevamos las «alzas» (los cajones llenos de panales de miel) a nuestro obrador, con el mismo cuidado que si transportáramos la propia miel.
• Desoperculado Manual: Retiramos la fina capa de cera de cada celdilla a mano, con cuchillos especiales, tal como veía hacer a mi padre, para liberar la miel sin alterarla.
• Extracción por Centrifugado: Colocamos los panales en nuestro extractor. La fuerza centrífuga hace que la miel fluya limpia, preservando la estructura del panal para que las abejas puedan volver a usarlo.
• Decantación Paciente: La miel recién extraída necesita un reposo. La dejamos decantar en depósitos de acero inoxidable. Las burbujas de aire y las micropartículas de cera suben formando una espuma que retiramos («decapado») con la misma delicadeza que mi abuelo me enseñó a tener con las cosas buenas. El resultado: una miel limpia y brillante.

Conservando la Esencia: El Reposo y Envasado Delicado

Una vez decantada, nuestra miel descansa en la bodega, en bidones de acero inoxidable, protegida de la luz, el calor y olores extraños. Mantenemos intacta su esencia, siguiendo la máxima familiar de «lo bueno, si se cuida, dura».

Para que llegue a tu mesa perfecta, si la miel ha iniciado su cristalización (¡una señal de que es natural!), la calentamos muy suavemente, sin superar los 40°C. Así recupera su fluidez sin perder nada de sus aromas y propiedades. En La Mielería, evitamos filtrados agresivos porque queremos que disfrutes de la miel tal como las abejas la crearon, cruda y natural.

Directo a tu Mesa: Disfruta la Miel de Montaña de La Mielería

Y aquí la tienes: la miel de montaña de La Mielería, fruto de todo este trabajo y de una tradición familiar. Su color ámbar, a veces intenso, a veces con reflejos rojizos o más profundos por los mielatos. Su aroma intenso, que recuerda al bosque y a las flores silvestres que recorrí de niño con mi padre. Su sabor dulce, con matices salados, ácidos o amargos que reflejan su origen.

Esta miel es más que un alimento. Es la biodiversidad de la montaña embotellada gracias al trabajo constante de las abejas y al cuidado que ponemos en La Mielería, generación tras generación. Descubre más sobre sus secretos en Miel de Montaña: Propiedades y Beneficios para tu Salud.

Esperamos, desde La Mielería, que cada cucharada sea un momento agradable, una forma de saborear la naturaleza y el cuidado que ponemos en ella.

Un saludo, Nacho (La Mielería)